Esta es una de las sorpresas de este año. Me pareció un curioso cruce de géneros e influencias (cine de samuráis, comic, estética de videojuego, western, Mad Max, trasfondo religioso) que funciona a la perfección. Sin ser redonda, y adoleciendo de algunos errores en su desarrollo, es una película distinta que consigue trasladar al espectador una impactante reflexión sobre la fe (para bien y para mal). Impagables Denzell Washington y Gary Oldman.